miércoles, 24 de julio de 2013

Capítulo 8.

 Cuando llegamos a su casa me quedé en blanco. ¿Qué había pasado? ¿Por qué había decidido justo hoy el irme de casa? ¿Por qué con Justin?

 -¿Estás bien? -me dijo Justin.
 -Sí...no.

Entonces me pasó lo de siempre, el mismo nudo en la garganta, otro problema más para la lista. Mis ganas de llorar aumentaban con cada "ya no estás en casa, Sara, puedes ser feliz." que susurraba en mi cabeza. Al fin y al cabo, es mi madre, ¿no? La quiero. Quizás no tendría que haberme ido. ¿Seré capaz de volver algún día?

 -Pequeña, ya estás a salvo.

 Justin no tenía ni idea de lo que era estar a salvo. Sara, ¿Qué dices? Justin es el bueno. Es el superhéroe. No confundas personajes.

 -Te necesito. -susurré.
 -Estoy aquí, cielo, ahora y siempre.
 -Siempre es demasiado tiempo, ¿no crees?
 -El tiempo es relativo. Contigo me parece demasiado poco. -sonrió.

 Una pequeña sonrisa se escapó de mi interior. Tocaba ser feliz. Ya era hora.

 -Te haré feliz. -dijo Justin mirándome a los ojos.- no lo dudes.
 -No lo he dudado nunca.
 -Va, vamos dentro, es tarde.

Era la hora de comer cuando Justin sacó las llaves de su bolsillo derecho del pantalón para abrir la puerta de su casa. Puso una mano en mi espalda y me invitó a entrar. Nunca había visto su casa. Era neutra por fuera, ni alegre ni triste. Y por dentro estaba llena de positividad. Las paredes estaban pintadas de un azul cielo, mi color preferido. Había cuadros con fotos de toda la familia por todas partes. Ojalá pudiera tener a gente que me quisiera tanto. Entramos en el comedor, habia una foto de el pequeño Justin con su madre y otra con sus abuelos. Él era feliz. Se le notaba en los ojos. Le brillaban cada vez que sonreía, tenía ese brillo que yo nunca había sido capaz de tener.

 -¿Te apetece comer algo? -me dijo desde la cocina.
 -¿Cocinas? -reí.
 -Eso creo.

Nos empezamos a reír a carcajadas y me acerqué a él para abrazarle. Junté mi boca con las suya y sonreí sobre sus labios.

 -Me arriesgaré. -dije empujándole hacia la cocina.

Entramos en ella y me quedé mirando como sacaba la olla y los macarrones y se ponía a cocinar. Esperé hasta que ya tenía el agua hirviendo y decidí decirle lo que llevaba rato pensando.

 -Quiero ver tu habitación. -dije convencida.
 -Sube. -sonrío mirando los macarrones.
 -¿Yo sola?
 -¿Quieres que te acompañe?
 -No es eso... Es que no sé, es tu habitación. -dije con la voz temblorosa.
 -Nuestra habitación. Tira, anda.
 -¿Cuál es?
 -Lo sabrás. -sonrió.

Se acercó a mí, me besó, y al separarse, dijo:

 -Por si te pierdes.

Le pegué un puñetazo suave en el hombro derecho y me reí. "Idiota", dije antes de salir de la cocina. Miré hacia las escaleras y sentí un escalofrío. Iba a ver la habitación de Justin. Siempre he pensado que tu dormitorio es la parte más privada que vas a tener. Es tu desorden, tu caos. Subí las escaleras y vi que la primera puerta que había era de varios colores. Tenía una gran "J" en el medio y pegatinas de varios skaters famosos. Varios modelos de bicicletas, y logotipos de Vans, Converse y Supras. Sonreí como una niña pequeña a la que le regalan su primera Barbie. Entré y me quedé boquiabierta. Una cama de matrimonio con sábanas de los Cars ocupaba la mayor parte de la habitación. Un par de estanterías llenas de cd's, libros y películas llamaron mi atención. Me acerqué y sonreí como una idiota. Mi novio era un infantil. Vi que en la parte de los discos, tenía a Passenger, a Fun, a Love of Lesbian... En los libros tenía la colección completa de Harry Potter, Narnia, Los juegos del hambre, la trilogía de Verónica Roth, "Divergente"... Y en la parte de películas, eran todas infantiles. Toy Story, Cars, entregas de Pokemon...
Noté una respiración a mi lado. Me sobresalté y me giré de inmediato. Justin había subido sin hacer ruido y se había puesto detrás mía.

 -¿Qué? -dijo sonriendo.
 -Nada... Tu habitación. -me reí.
 -Sigo siendo un niño pequeño -susurró en mi oído-, cada tarde me encierro aquí y me pongo las películas de Cars. Me se el guión entero y las veo igual, ¿sabes? Y me encanta. Y no sabes lo mucho que me gustaría que después de comer te tumbaras aquí conmigo y pusiéramos alguna de mis pelis preferidas.
 -Trato hecho. -sonreí.
 -¿Tú también tienes a esa niña pequeña que lucha por salir?
 -La mía no lucha, la mía siempre está fuera.
 -Por eso estamos juntos. Hemos nacido el uno para el otro.

Empezó a hacerme cosquillas e intenté zafarme de su agarre, me lancé a las escaleras y salí corriendo de allí arriba. Llegué a la cocina y sonreí al ver macarrones quemados en la basura. Justin bajó dos segundos más tarde y paró de golpe en la puerta de la cocina.

 -No deberías haber entrado aquí. -Sonrió.
 -Justin... ¿Y los macarrones?

Suspiró y se acercó al horno. Abrió la puertecita y dijo:

 -He cambiado de idea, me apetece una pizza.

Empezó a reírse y me perdí. Juro por mi vida que en ese instante perdí la cabeza en su sonrisa. Me entró un cosquilleo que empezó en el corazón y terminó en el estómago.

 -Se está quemando, Jus. -me reí.

La sacó corriendo del horno y bajó una bandeja de una estantería que estaba demasiado alta para mí. La colocó en ella, y susurró: "listo". Nos sentamos en la mesa que había al lado del sofá, y puso música. Creo que era la B.S.O. de Amélie. Sonreí. Comimos tranquilos y al terminar, le ayudé a recoger la mesa. Aproveché un momento en el que se despistó y subí corriendo a su habitación. Entré rápido y cogí una de las películas que más me habían gustado de pequeña. Peter Pan. Justin subió a los cinco minutos, y me sonrió al verme preparada para una sesión de cine a su lado.

JUSTIN:

Escuché cómo subía las escaleras a todo correr. Me hice el loco y fingí no haber escuchado nada. Subí cinco minutos más tarde para ver qué era lo que estaba haciendo, y me la encontré tirada en mi cama y con la tele puesta. Le sonreí. Estaba preciosa. Se había puesto una de mis camisetas de baloncesto y se había quitado los pantalones. Miré la tele y vi que ponía "Peter Pan". Una de las películas que más me había marcado de pequeño. Adoraba como Peter era capaz de arriesgar su vida por unos cuantos niños y Wendy. Su actitud de niño pequeño aunque adolescente. El significado que le daba a la frase "hacerse mayor". Me encantaba. Apagué la luz y me tumbé a su lado, le abracé y le dije: "buena elección". Sonrió y le dio al Play. A veces la escuchaba suspirar y yo sonreía como un imbécil. Estaba perdidamente enamorado de ella. Y eso en parte lo odiaba. Nunca había estado tan pillado por una chica, y todo esto era nuevo para mí. Sentía cosas que creía imposibles de sentir. Hasta que llegó esta enana que me cambió la vida. Otras veces la escuchaba sollozar con algunas imágenes y entonces la abrazaba fuerte y le susurraba "shhh, ya sabes que acaba bien" y ella sonreía otra vez. Y yo suspiraba y le daba un beso en la frente.

Terminó la película y nos quedamos los dos a oscuras. Le busqué los labios y suspiré al encontrarlos. Los tenía secos de no haber hablado en toda la película. Le besé despacio. Y al separarme intenté buscarla otra vez pero no estaba. Ya no estaba en la cama. Se había levantado y escuchaba cómo se reía.

 -Te vas a hacer daño, cariño. -le dije.
 -Soy un gato. Veo en la oscuridad. Sé dónde están tus labios.
 -Demuéstralo. Tres, dos, u... -y me besó.

Se separó de mí y empezó a reírse. Escuchaba como su risa iba desapareciendo poco a poco en la oscuridad y al final no se escuchaba nada. Sonreí embobado mirando a quién sabe dónde. Sí, estaba enamorado hasta las trancas de esta enana.

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Hooooooola, siento haber tardado tanto en subir el capítulo ocho, pero es que la verdad es que no he tenido mucho tiempo libre. Ahora me dedicaré en cuerpo y alma a escribir, ojalá cada día. Si no, cada semana o así. Espero que os haya gustado la continuación y que os gusten los siguientes capítulos. Besitos.


















miércoles, 9 de enero de 2013

Capítulo 7.


 
  Me abrazó durante un buen rato, y al final, tuve que apartarme porque creo que si no lo hacía, moriría asfixiada. 
 
 -¿Recuerdas que tenemos que estudiar? -le dije.
 -Venga, vamos. 

 Estuvimos unas tres horas estudiando la misma página de Biología. No paré de repetirle cada párrafo hasta que se lo sabía de memoria. Le di un beso a modo de recompensa, se lo merecía. Sabía que Justin no era un gran estudiante, y que no se le quedaban las cosas. Hoy lo había conseguido. Se sabía una página entera de pe a pa. Me acerqué a él. Le abracé todo el tiempo que me dejó. No podía perderlo. 

 -¿Te pasa algo? -me preguntó, mirándome a los ojos.
 -No, tranquilo. -suspiré.
 -Venga ya, Sara, a mi no me engañas. Dime que te pasa. 
 -Tengo miedo. -dije, con la voz entrecortada. 
 -Lo sé. Te lo noto. Cariño, no me voy a ir nunca de tu vida, si es eso lo que temes. -me acarició la mejilla.
 -No se. Todo es tan perfecto, que tengo miedo de despertar. ¿Te imaginas que todo esto es un sueño? ¿Que todo es mentira? ¿Te lo imaginas? ¿Te imaginas que al despertar te dieras cuenta de que no estamos saliendo? ¿Que en realidad era todo un sueño? ¿Entonces qué? -dije, evitando gritar.
 -Entonces nada. -comentó, tranquilo.
 -¿Cómo que nada? 
 -No. Habría sido el mejor sueño de toda mi vida, te habría abrazado, besado, incluso te habría hecho feliz. Que es lo que más deseo. 
 -De momento lo estás haciendo muy bien. -le besé.

 A pesar de sus palabras, casi susurros tranquilizadores, seguía teniendo miedo a que algún día se diera cuenta de que las hay mucho mejores.

 -¿Bailas? -me preguntó, sorprendiéndome.
 -¿Aquí? -reí.
 -¿Dónde sino? -me tendió la mano.
 -Está bien. -sonreí.

Le cogí la mano, me pasó un auricular, y una melodía pegadiza empezó a sonar. Podía reconocer aquella canción. Can I Have This Dance, de High School Musical. Una de las pocas canciones que me hacían llorar. Me apoyé en su hombro, sonreí. Él me pegó más a su cuerpo, apoyando su mano en mi cintura y atrayéndome hacia él. Me prometí a mí misma que no volvería a llorar delante de alguien, pero aquello era distinto. No lloraba por estar de bajón, algo típico en mí. Lloraba porque todo era muy bonito. Mi canción preferida, mi chico preferido, todo. 
 
 -¿Estás bien? -susurró Justin.
 -Sí.-lo que me delató fue la puta de mi voz, que no salía.
 -Sonríe. 
 -Hazlo tú. 
 -¿No me ves? Esto me hace feliz, Sara. Tú me haces feliz. -me sonrió.

 Y volví a apoyarme en su hombro, suspirando, feliz. 
 
Acabó la canción y me propuso ver la tele un rato. Acepté. Nos tumbamos en la cama y pusimos Mtv, salía su canción preferida, se emocionó y le subió volumen a la televisión. A mí me dolía muchísimo la cabeza, pero aún así, sonreí, bailé, y canté con él. Verle tan feliz, me hacia sentir bien. 

 -Te quiero. -susurro una de las veces en las que me besó. 
 -Yo más. -le dije.
 -Ya sabes lo que pienso. -sonrió.

 Empecé a reírme como nunca lo había hecho, me sentía tan...viva. 

Hasta que golpearon la puerta. ¿Mi madre? ¿Que quería ahora?

 -¿Sí? -grité.
 -Ábreme. ¿Con quién estás? 
 -No te interesa. -contesté, cortante.
 -Sí que me interesa, eres mi hija. -me grito.

 -¿Es tu madre? -susurró Justin, desconcertado.
 -Sí. Justin...haz que pare. -le supliqué.

 -Te he dicho que me abras. -gritaba, desde el pasillo.
 
 -Por favor. -susurré.
 -No se que hacer, Sara. 
 -Escapémonos. Venga, vamos. Por favor. Vámonos lejos. -sonreí. 

Vaciló, un instante. Lo que bastó para que mi madre se cabreara más y empezara a pegarle patadas a la puerta. Justin me cogió en brazos. Me levantó de la cama, y me acercó a la ventana. Era una casita, asi que fuera teníamos lo que quedaba del jardín. Saltar no sería complicado. Jus se acercó al escritorio y cogio las dos mochilas, vaciándolas, y cogiendo ropa de mi armario. En cuanto acabó, me besó, y me dijo:

 -Te quiero. Por si algo sale mal, ya sabes. -e hizo un movimiento de cabeza indicandome la puerta. 

Y con todas mis fuerzas, desee que esto saliera bien. Abrí la ventana, le dije a Justin que saltara, y justo cuando lo iba a hacer yo, entró mi madre. No esperé ni un segundo más. Estaba harta de que se emborrachara y me pegara. Desde la muerte de mi padre no ha hecho otra cosa que insultarme. Supongo que ya no pinto nada en esta casa. Así que salté. Mi madre gritaba. Justin corría. Yo corría y lloraba. No paramos en ningun momento hasta que llegamos a casa de Justin, que estaba a unas tres manzanas de la mía.

Continuará.























sábado, 3 de noviembre de 2012

Capítulo 6.




  Me giré y me dispuse a salir del baño cuando me cogió del brazo.

-¿Dónde vas?-me preguntó.
-A mi habitación.-sentencié.

  Y me solté del agarre. Me metí en mi habitación, y sin querer que me saliera, una pequeña lágrima resbaló por mi mejilla.

  Escuché la puerta del baño cerrarse, y a continuación, Justin hablando:


-¿Qué pasa?-Él.
-¿Piensas que te engaño?- Él.
-Nunca. –Él.
-Yo…no lo sé.-Él.
-Supongo que n o eres lo que busco…Necesito tiempo.-Él.
-No…Es…-Él.
-Sí, otra chica. –Él.
-Lo siento, es un final, nunca más me fijaré en ti, Eli.-Él.
-Adiós.-Él.

  Y salió del baño. No me giré. No tenía ganas de ver su cara de chico destrozado. Noté un suspiro contra mi pelo.

-Tranquilo. –le dije- seguro que lo arregláis.
-¿Lo has escuchado? –su voz no me hacía pensar que había llorado.
-Sí, todo. –remarqué la última palabra. Ese ‘’todo’’ le daría a entender que lo de ‘’Sí, otra chida’’ también lo había escuchado.
-La otra chica…
-Me da igual. –Le solté casi gritando.
  
  Intenté girarme para indignarme, y me lo impidió, sonrió, y me besó. Me pilló desprevenida. Y me gustó. Me gustó mucho. Fue…mágico. No era el primer beso que me daban, pero se podía considerar que era el primero, ya que el primero no me gustó mucho, y no fue con la persona adecuada. Ese era mi momento. El mejor. Sus manos seguían quietas en mi cintura. Me gustaba. No era de esos que a la primera de cambio te metían mano, y la lengua hasta el fondo. Era suave. Era lento. Era con amor. En ningún momento metió su lengua en mi boca para empezar a pelear descaradamente con la mía. Se separó. Fueron dos segundos.      

  Volvió a cogerme por la cintura, y volvió a besarme, esta vez con desenfreno. Deseoso de algo más. Algo que yo no le daría. Sus manos empezaron a bajar y noté como reía pícaramente. Cogí sus manos, y las volví a subir. No quería que volviera a pasar lo mismo… Aunque no eran iguales, él…Justin. No tenían nada en común.

*Flashback*
-Bésame. –me pidió.
-No, ya te he dicho que no me gustas.
-Pues, te besaré yo.
(…)
-¿Qué has hecho?.- le grité.
-Besarte. Y quiero más. Así que, desnúdate.
-No. Nunca. Ni loca lo haré y menos contigo.
-Pues, a la fuerza.
(…)
-Edu, no. Para. Déjame.
-Chst. Haré que sea perfecto.
(…)
  
 Antes de marcharse miró una última vez mis ojos llenos de lágrimas, aquellos que, pintados con rimmel, habían sido arruinados, aquellos en los que se reflejaba toda una niñez arruinada. Aquellos que unas pocas horas antes, estaban tan llenos de vida, y que ahora, no había ni una gota de esperanza. Sonrió maliciosamente, y me dijo:

 -Por cierto, bonitos ojos.

 Y se fue. Y me dejó allí tirada en la calle. Aquellas últimas palabras me derrotaron tanto física como mentalmente. Y no volví a sentir nada por nadie. Hasta ese momento.

*Fin del Flashback*

-Justin, para.
-¿Qué pasa, pequeña? ¿He hecho algo mal? ¿Te ha molestado que te besara? ¿Estás bien? –preguntó, asustado.
-No eres tú. Soy yo. Lo siento, no te tendría que haber correspondido al beso…Pero es que…-dudé.
-Tenías tantas ganas como yo.
-No sé. Es una historia muy larga.
-¿Tiene algo que ver con tus ojos, verdad? –preguntó acertando de lleno.
-Puede –No quería ponérselo en bandeja.
-No te preguntaré.
-Gracias. –le dije, sincera.
-¿Quieres ser mi novia, Sara? –me preguntó de repente.
-…
-Di. ¿Quieres tener algo serio conmigo?-Preguntó una vez más.


  ¿Algo serio? ¿A qué se refería con eso? Este… sería un día muy largo. Y tanto que sí.


-¿Y bien? ¿Qué quieres hacer?
 -Ser feliz.-dije.
-¿Ser feliz? Suena bien.-me dijo.
-Lo sé.
-Pero sonaría mejor así ‘’ser feliz contigo’’. Eso sonaría terriblemente genial.-susurró.
-No sé…-pronuncié débilmente.
-Intentémoslo-me dijo con un tono de tristeza.
-Sonríe.- le pedí.
-¿Sin ti? No.
-Es demasiado pronto, ¿no crees?
-Lo único que creo es que me muero por besarte.
-Justin…
-¿Sí, pequeña?-sonrió.
-Acabas de sonreír, ¿por qué?
-Por tus ojos, demuestran que sí que quieres estar conmigo, pero tu orgullo no te deja, o quizá sea tu cabeza que te dice ‘’es un chico malo’’.
-No se a que te refieres.-Disimulé.
-Es una lucha constante entre lo que quieres y lo que deberías hacer. Y sabes que ganaría el corazón, pero tienes miedo. –Improvisó.
-¿Miedo, a qué? –le pregunté. Me encantaba lo bien que se expresaba.
-Miedo a todo. A perderte en el amor, aunque ahora estés más perdida que nunca. A que te deje como a Eli. A que me fije en otras chicas, a que bese a otras. Tienes miedo a dejarme entrar en tu corazón, porque sabes que una vez dentro, no podré salir. –Sonrió dulcemente.- me has tocado muy fuerte, vida. –Casi se le saltan las lágrimas.
-¿Justin?
-Dime…
-Sí –y sonreí como nunca lo había hecho.
-¿Sí, de sí quiero estar contigo? O sí, ¿de sí cállate ya de una vez?
-Sí, de ven aquí, bésame, y abrázame.
-A sus órdenes, majestad.
-Cállate bobo.


Capítulo 5.



  Entré en el baño, y con Justin observándome, procedí a quitarme las lentillas.

 -¿Qué miras? -le pregunté.
 -A ti.
 -¿Tengo monos en la cara?-pregunté, irónica.
 -No. Lo que tienes es una cara preciosa.

 Me sonrojé, y reí silenciosamente.

 -Te he visto sonreír. No te escondas de mí.-y rió.
 -¿Me dejas tranquila?
 -Síí.

 Y acabé.

 -Ya está.-dije con los ojos cerrados. Noté una respiración en mi oído, y unas manos que rodeaban mi cintura lentamente.
 -Ábrelos.

 Me apartó el pelo de la cara, y los abrí. No me gustó lo que vi en el espejo. Sentí...miedo.

 -¿Por qué escondes esto?-me preguntó, aún abrazándome.
 -No...No quiero hablar de ese tema. -Volví a cerrarlos.
 -Puedes confiar en mí.-respiró.-te juro...que no diré nada. A nadie.
 -No es por ti...Es...No quiero recordarlo, lo siento.
 -Por favor.-suplicó. Empezó a sonar Got 2 love you.
 -Tu móvil.



sábado, 27 de octubre de 2012

Capítulo 4.




…-Te quiero.-dije.


No dijo nada, por un momento tuve miedo. Tuve miedo de no haber dicho lo correcto, y me giré. Estaba con los ojos cerrados, los abrió, me vio, y yo bajé la mirada, ahora solo sentía vergüenza. Me apetecía desaparecer, me apetecía caerme, no sé…Poder rehacer ese momento, y no haber dicho nada. Suspiré. Y se me escapó otra lágrima. Él se separó un poco, y me miró, me secó las pocas lágrimas que quedaban en mi rostro. Se separó un centímetro más, suspiró, y pude notar como poco a poco se separaba de mí para sentarse en mi cama. Me sentía una mierda. Volví a cerrar los ojos. Y se me escaparon más lágrimas.


-Perdóname…-dije con la z entrecortada.
-No..Tú no tienes la culpa. –Me contestó.
-Sí, sí que la tengo, no te tendría que haber dicho que te quería. –Dije en un susurro.
-Recuerda que yo te lo dije antes.
-Recuerda que yo empecé a sentirlo antes- ataqué de nuevo.
-¿Quién dijo que eso fuera así? –susurró.


 Y me miró. Y yo me quedé pensativa. No sabía si ir a su lado, si quedarme ahí, quieta, de pie, sin decir nada… se levantó. Yo me apoyé en la pared, de cara a él, aún. Se acercaba, resbalé y me senté en el suelo, cerré los ojos. Él suspiró y se acercó a mí, al agacharse, me acarició el pelo, y rió débilmente. Creo que fui capaz de tocar el cielo, o más que eso en ese momento.


-Te quiero.-me dijo ahora él.
-Pero…-no supe qué decir.
-Pero nada, llevo haciéndolo desde el primer día que te vi. Desde aquel 17 de Abril de 2003, te vi, vi esa sonrisa…Y esos ojos…-le corté.
-lo sonrisa…No. Es metálica, y no me gusta. Y mis ojos…son lentillas. Estos no son mis ojos, Justin.
-Quiero ver tus ojos, Woods.-me dijo al oído.
-…No. –Musité débilmente.
-Por favor, necesito verlos. Necesito ver a la verdadera Sara.
-Está bien…déjame levantarme.
-Eh, espera. –me acarició la mejilla, y se acercó tranquilamente a mi cara. Depositando un suave beso en mi frente, se levantó, ofreciéndome su mano para erguirme.
-Gracias. –dije al fin.


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Se que son muy cortos, pero últimamente no tengo mucho tiempo para escribir, lo siento, lectores/as. Gracias por seguir aquí.

Capítulo 3.


Desde que Justin me dejó en la puerta de casa, no he vuelto a saber nada de él, ayer fue sábado y no le vi por ningún sitio. No he podido llamarle, sencillamente porque no tengo su número, y parece que él tampoco tiene el mío. Pero… ¡¿Qué estoy diciendo?! ¿Cómo va a tener mi número? Si hace apenas 48 horas que nos hemos tocado, ¿y ya va a tener mi número de móvil? Yo y mis locuras.

 Sin embargo, Astronaut de Simple Plan, alteró mis pensamientos. Me estaban llamando. Miré la pantalla: ‘’Número desconocido’’. Dudé. Y descolgué.

-¿Sí?-dije un poco nerviosa, no era normal que me llamaran, y menos por número oculto, y a las 9:35 de la mañana.
 -Pequeña.-Y me quedé sin aire, paralizada, sin saber qué hacer ni qué decir. Era su voz.
- ¿Quién eres?-pregunté.
-¿No te suena mi voz, Woods? –Sólo había una persona que me llamaba así. Y era Justin Beber.
-Justin Bieber.-vacilé.
-Ese mismo, pequeña.-Y noté como sonreía. Y me gustó. Y yo sonreí también. Y me brillaron los ojos.
-¿Por qué me has llamado?-Le reté. Y noté como dudaba antes de contestar. Y me asusté.
-Quería…escuchar tu voz-se sinceró.
-Querías… ¿Escucharme?-le repetí.
-Sí.-se le fue la voz. Y volví a sonreír.
-Ah.-punto.
-¿Qué tal estás hoy, pequeña Woods?-sonreímos.
-Bien, bueno…dentro de lo que cabe.
-¿Te ha pasado algo? –noté como se preocupaba.
-Sí… pero, sin importancia.-e intenté sonreír. Pero no pude. Y se que se notó.
-Dime que te han hecho.-rígido.
-Lo de siempre, Justin, lo de siempre.
-¿Qué te han hecho?-respondió furioso.
-Insultarme. Me han llamado anoréxica y perra, me han llamado como a los perros. –intenté no llorar.
-Les voy a matar. ¿Quiénes han sido?
-Los de tu grupo.-dije aguantando las lágrimas, aún.
-Joder… Pasa de ellos –me dijo tranquilo- son imbéciles.
-No… es que… -empecé a llorar- se que tienen razón.
-No vuelvas a decir eso nunca más. No tienen razón, eres muy guapa, Sara, y estás bien. Ni estás anoréxica, ni eres gorda.
-Cambia de tema.
-Pero es que quiero que te des cuenta, Sara, estás bien, y punto. Se que estás llorando, y no me gusta verte llorar, y menos por esos imbéciles. –yo ya estaba a punto de estallar en lágrimas.-Sara, mi pequeña, no les hagas caso, no tiene razón. –Y ahí empecé a llorar, y como no sabía parar, tuve que colgar, sin decirle nada, no me salió nada, ni una sola palabra. Y al momento, me sentí peor.

Había colgado a Justin, ¿y si no me volvía a hablar? ¿Y si todo se acababa aquí? No, era imposible que me olvidara por eso. A los cinco minutos, yo estaba tumbada en mi cama, llorando aún, cuando Astronaut me volvió a asustar. Cogí el móvil, y hablé:

-¿Sí? –dije temblorosa.
-…
-¿Diga?-volví a insistir.
-…
-¿Hay alguien? –Yo seguía insistiendo, y justo en ese momento, mi madre entró en la habitación, y, para mi sorpresa, con Justin Bieber detrás, con el móvil en la oreja.
-Te quiero, pequeña.-se escuchó desde el otro lado del teléfono. Y la llamada se cortó. Y Justin se guardó el móvil. Había sido él.
-Viene a estudiar. –dijo mi madre- trátalo bien. –Y se fue. Cerré la puerta con pestillo, y me apoyé en ella, de espaldas a Bieber.

-No te puedo ver así, me está matando por dentro.-dijo con la voz temblorosa.
-Justin…-se me escapó otra lágrima, y noté como Justin me abrazaba, ahí me sentí bien, a tres metros sobre el cielo no, lo siguiente. Y sabía que él se sentía igual, o mejor.
-Te quiero. –dije.

jueves, 13 de septiembre de 2012

~Capítulo 2~

-Prométeme tú una cosa.
-Dime -me contestó serio.
-Prométeme que nunca más te irás de mi vida, de aquí -le dije señalando mi corazón.
-Sara... -dijo dubitativo.
-Prométemelo -casi le suplico.
-¿Tú quieres que me vaya? -me preguntó.
-No. No quiero que te vayas.
-Si tú me lo pides, no me iré. -Y me abrazó como nunca antes lo habían echo.

 Estuvimos un rato hablando, mientras reíamos, y limpíabamos a la vez. Era todo genial. Desesaba quedarme ahí siempre. Que se parase el mundo justo en ese momento, porque a mí no me importaría en absoluto. Cuando terminamos, se acercó a mí, y me dijo:

-Sara, yo ya terminé, ¿y tú? -me preguntó sonriendo.
-Yo también. ¿Vamos?
-Escucha, tengo que decirte una cosa, es sobre...lo que te prometí antes...¿No crees que ha sido todo muy rápido? -me preguntó intentando no hacerme daño.
-¿Rápido, en qué sentido? -le respondí con otra pregunta.
-En el sentido de que...casi no nos conocemos, y ya me has dicho que me quieres, y hemos prometido cosas. No se. Es que, tengo novia, Woods. -Me soltó de repente.
-¿Y si tienes novia, por qué no te acordaste antes de prometer cualquier chorrada? -le dije enfadada.- Siempre eres así, ¿verdad? Pillas a una chica mirándote, y si está buenísima, le pides salir, acepta, obviamente, y dos días más tarde, si encuentras a otra mirándote, le prometes amor eterno, le dices que le quieres, y te la tiras en el sitio donde estéis. ¿Siempre así, no? -terminé.
-¿Y tú siempre eres así de cabezota? ¿Me quieres dejar terminar de hablar? -me rogó. Asentí.- Bien, pues lo que te iba a decir, era que, podíamos esperar unos días, conocernos un poco más, y si todo va bien, podemos intentarlo.
-¿Y tu novia?
-La iba a dejar hoy. Ayer se lió con otro del equipo de fútbol. Además, no tengo muy claro eso de quererla. -se sinceró.
-¿Y los demás? ¿Qué dirán al verte con la cerebrito de la clase? -le pregunté.
-¿A ti te importa lo que digan? -negué.- Además, podríamos ir diciéndolo poco a poco, ¿sabes? primero que fuera algo entre nosotros dos, y después de un tiempo, decirlo. Así no creo que pase nada.
-Está bien...Bueno, ¿vamos a casa? -le pregunté sonrojada.
-Yo tengo que ir con Laura...
-Cierto, de momento, sigue siendo tu novia. No me acordaba -añadí un tanto irónica.
-No te enfades, pequeña -intentó abrazarme, pero yo me negué, y me aparté.
-No me llames así.
-¿Por qué, pequeña? -se rió.
-Te he dicho que no me llames así. Conmigo las tácticas de seducción no sirven. -le dije muy segura de mí misma.
-¿Estás segura? -dijo atrayéndome a él.

 Cogió con una de sus manos un mechón de mi pelo, y empezó a hacer círculos con él. Mientras tanto, su otra mano se posaba en mi mejilla, y empezaba a dibujar corazones con el dedo índice.

-¿Estás segura? -dijo otra vez.

 A mí no me llegaba el aire necesario para reaccionar. Estábamos demasiado cerca, demasiado, muy mucho. Se acercó un poco más, y sentí su aliento en mi boca. Se desvió hasta mi oreja, y susurro:

-¿Estás segura? -muy sensualmente.

 Otra vez los escalofríos. Esto pintaba muy mal. Necesitaba aire, necesitaba que se apartase, pero estaba demasiado bien como para moverme de ahí. Tomó aire, y me mordió el lóbulo de la oreja, muy despacio, con cuidado, sin hacerme daño. Después bajó hasta mi cuello, donde depositó cortos besos trazando una línea en zig-zag.

-¿Estás segura, Woods? -dijo entrecortadamente.

 Y ¡zas! su mano en mi culo. ¿Qué estaba pasando ahí? ¿Qué estaba pasando? Yo no podía reaccionar, no sabía como despegarme. Él seguía dándome besos en el cuello, y susurrandome si estaba segura. Hasta que se acercó a mis labios, se acercó mucho a mis labios. Yo tenía miedo. Sería el primer beso que daba. Y no quería que fuera así, ¿o sí? Cuando estuvo a punto de besarme, se agachó un poco, y depositó un breve beso en mi barbilla. Dejándome con las ganas. Yo abrí los ojos. Él estaba rojo. Era la primera vez que le veía rojo como un tomate.

-¿Estás segura, pequeña? -me dijo sonriendo.
-Nnnsí. Estoy muy segura de ello. -Me costaba respirar.
-¿De verdad? Anda, dime que no has disfrutado con lo que te acabo de hacer. -me dijo avergonzado.
-Seguro que tú lo has echo más que yo.
-Eso no lo dudes, enana. Llevaba meses esperando este momento. -se sinceró.
-Seguro que mientes.
-Mírame a los ojos. -lo hice.- ¿Tengo yo pinta de estar mintiendo?

 Me reí mucho. Mucho, muchísimo. Era el más mentiroso de toda la clase. Y sabía muy bien lo que tenía que decir en cada momento. Le contesté riéndome aún.

-Sí. -y empecé a reír de nuevo. Hasta que se me saltaron las lágrimas de la risa, y suspiré, terminando mi función.
-Me encanta que te rías de esa forma. En serio. He sentido algo.
-Mentiroso. Tú eres de hierro, tú eres incapaz de sentir algo. -le dije con un brillo en los ojos. Él sabía a lo que me refería en esa frase.
-Yo no he dicho en ningún momento que no sienta nada por tí, Sara. -Mi nombre en su boca me impactaba muchísimo, lo decía de una forma tan increíble, que me asustaba y me gustaba a la vez. -toca aquí -me dijo llevando mi mano a su corazón. -¿Notas como late con tanta fuerza?
-Sí. -dije débilmente.
-Tú produces eso.

 Y me quedé callada. No supe que más decir. No supe que más pasó. Solo lo vi todo negro. Como una pesadilla.

 ...

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 Espero que os haya gustado tanto como a mí. Pronto subiré el próximo.