Desde que Justin me dejó en la puerta de casa, no he vuelto
a saber nada de él, ayer fue sábado y no le vi por ningún sitio. No he podido
llamarle, sencillamente porque no tengo su número, y parece que él tampoco
tiene el mío. Pero… ¡¿Qué estoy diciendo?! ¿Cómo va a tener mi número? Si hace
apenas 48 horas que nos hemos tocado, ¿y ya va a tener mi número de móvil? Yo y
mis locuras.
Sin embargo, Astronaut de Simple Plan, alteró mis pensamientos. Me estaban llamando. Miré la
pantalla: ‘’Número desconocido’’. Dudé. Y descolgué.
-¿Sí?-dije un poco
nerviosa, no era normal que me llamaran, y menos por número oculto, y a las
9:35 de la mañana.
-Pequeña.-Y me quedé
sin aire, paralizada, sin saber qué hacer ni qué decir. Era su voz.
- ¿Quién eres?-pregunté.
-¿No te suena mi voz, Woods? –Sólo había una persona que me
llamaba así. Y era Justin Beber.
-Justin Bieber.-vacilé.
-Ese mismo, pequeña.-Y noté como sonreía. Y me gustó. Y yo
sonreí también. Y me brillaron los ojos.
-¿Por qué me has llamado?-Le reté. Y noté como dudaba antes
de contestar. Y me asusté.
-Quería…escuchar tu voz-se sinceró.
-Querías… ¿Escucharme?-le repetí.
-Sí.-se le fue la voz. Y volví a sonreír.
-Ah.-punto.
-¿Qué tal estás hoy, pequeña Woods?-sonreímos.
-Bien, bueno…dentro de lo que cabe.
-¿Te ha pasado algo? –noté como se preocupaba.
-Sí… pero, sin importancia.-e intenté sonreír. Pero no pude.
Y se que se notó.
-Dime que te han hecho.-rígido.
-Lo de siempre, Justin, lo de siempre.
-¿Qué te han hecho?-respondió furioso.
-Insultarme. Me han llamado anoréxica y perra, me han
llamado como a los perros. –intenté no llorar.
-Les voy a matar. ¿Quiénes han sido?
-Los de tu grupo.-dije aguantando las lágrimas, aún.
-Joder… Pasa de ellos –me dijo tranquilo- son imbéciles.
-No… es que… -empecé a llorar- se que tienen razón.
-No vuelvas a decir eso nunca más. No tienen razón, eres muy
guapa, Sara, y estás bien. Ni estás anoréxica, ni eres gorda.
-Cambia de tema.
-Pero es que quiero que te des cuenta, Sara, estás bien, y
punto. Se que estás llorando, y no me gusta verte llorar, y menos por esos
imbéciles. –yo ya estaba a punto de estallar en lágrimas.-Sara, mi pequeña, no
les hagas caso, no tiene razón. –Y ahí empecé a llorar, y como no sabía parar,
tuve que colgar, sin decirle nada, no me salió nada, ni una sola palabra. Y al
momento, me sentí peor.
Había colgado a
Justin, ¿y si no me volvía a hablar? ¿Y si todo se acababa aquí? No, era
imposible que me olvidara por eso. A los cinco minutos, yo estaba tumbada en mi
cama, llorando aún, cuando Astronaut me
volvió a asustar. Cogí el móvil, y hablé:
-¿Sí? –dije temblorosa.
-…
-¿Diga?-volví a insistir.
-…
-¿Hay alguien? –Yo seguía insistiendo, y justo en ese
momento, mi madre entró en la habitación, y, para mi sorpresa, con Justin Bieber
detrás, con el móvil en la oreja.
-Te quiero, pequeña.-se escuchó desde el otro lado del
teléfono. Y la llamada se cortó. Y Justin se guardó el móvil. Había sido él.
-Viene a estudiar. –dijo mi madre- trátalo bien. –Y se fue.
Cerré la puerta con pestillo, y me apoyé en ella, de espaldas a Bieber.
-No te puedo ver así, me está matando por dentro.-dijo con
la voz temblorosa.
-Justin…-se me escapó otra lágrima, y noté como Justin me
abrazaba, ahí me sentí bien, a tres metros sobre el cielo no, lo siguiente. Y
sabía que él se sentía igual, o mejor.
-Te quiero. –dije.
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