miércoles, 9 de enero de 2013

Capítulo 7.


 
  Me abrazó durante un buen rato, y al final, tuve que apartarme porque creo que si no lo hacía, moriría asfixiada. 
 
 -¿Recuerdas que tenemos que estudiar? -le dije.
 -Venga, vamos. 

 Estuvimos unas tres horas estudiando la misma página de Biología. No paré de repetirle cada párrafo hasta que se lo sabía de memoria. Le di un beso a modo de recompensa, se lo merecía. Sabía que Justin no era un gran estudiante, y que no se le quedaban las cosas. Hoy lo había conseguido. Se sabía una página entera de pe a pa. Me acerqué a él. Le abracé todo el tiempo que me dejó. No podía perderlo. 

 -¿Te pasa algo? -me preguntó, mirándome a los ojos.
 -No, tranquilo. -suspiré.
 -Venga ya, Sara, a mi no me engañas. Dime que te pasa. 
 -Tengo miedo. -dije, con la voz entrecortada. 
 -Lo sé. Te lo noto. Cariño, no me voy a ir nunca de tu vida, si es eso lo que temes. -me acarició la mejilla.
 -No se. Todo es tan perfecto, que tengo miedo de despertar. ¿Te imaginas que todo esto es un sueño? ¿Que todo es mentira? ¿Te lo imaginas? ¿Te imaginas que al despertar te dieras cuenta de que no estamos saliendo? ¿Que en realidad era todo un sueño? ¿Entonces qué? -dije, evitando gritar.
 -Entonces nada. -comentó, tranquilo.
 -¿Cómo que nada? 
 -No. Habría sido el mejor sueño de toda mi vida, te habría abrazado, besado, incluso te habría hecho feliz. Que es lo que más deseo. 
 -De momento lo estás haciendo muy bien. -le besé.

 A pesar de sus palabras, casi susurros tranquilizadores, seguía teniendo miedo a que algún día se diera cuenta de que las hay mucho mejores.

 -¿Bailas? -me preguntó, sorprendiéndome.
 -¿Aquí? -reí.
 -¿Dónde sino? -me tendió la mano.
 -Está bien. -sonreí.

Le cogí la mano, me pasó un auricular, y una melodía pegadiza empezó a sonar. Podía reconocer aquella canción. Can I Have This Dance, de High School Musical. Una de las pocas canciones que me hacían llorar. Me apoyé en su hombro, sonreí. Él me pegó más a su cuerpo, apoyando su mano en mi cintura y atrayéndome hacia él. Me prometí a mí misma que no volvería a llorar delante de alguien, pero aquello era distinto. No lloraba por estar de bajón, algo típico en mí. Lloraba porque todo era muy bonito. Mi canción preferida, mi chico preferido, todo. 
 
 -¿Estás bien? -susurró Justin.
 -Sí.-lo que me delató fue la puta de mi voz, que no salía.
 -Sonríe. 
 -Hazlo tú. 
 -¿No me ves? Esto me hace feliz, Sara. Tú me haces feliz. -me sonrió.

 Y volví a apoyarme en su hombro, suspirando, feliz. 
 
Acabó la canción y me propuso ver la tele un rato. Acepté. Nos tumbamos en la cama y pusimos Mtv, salía su canción preferida, se emocionó y le subió volumen a la televisión. A mí me dolía muchísimo la cabeza, pero aún así, sonreí, bailé, y canté con él. Verle tan feliz, me hacia sentir bien. 

 -Te quiero. -susurro una de las veces en las que me besó. 
 -Yo más. -le dije.
 -Ya sabes lo que pienso. -sonrió.

 Empecé a reírme como nunca lo había hecho, me sentía tan...viva. 

Hasta que golpearon la puerta. ¿Mi madre? ¿Que quería ahora?

 -¿Sí? -grité.
 -Ábreme. ¿Con quién estás? 
 -No te interesa. -contesté, cortante.
 -Sí que me interesa, eres mi hija. -me grito.

 -¿Es tu madre? -susurró Justin, desconcertado.
 -Sí. Justin...haz que pare. -le supliqué.

 -Te he dicho que me abras. -gritaba, desde el pasillo.
 
 -Por favor. -susurré.
 -No se que hacer, Sara. 
 -Escapémonos. Venga, vamos. Por favor. Vámonos lejos. -sonreí. 

Vaciló, un instante. Lo que bastó para que mi madre se cabreara más y empezara a pegarle patadas a la puerta. Justin me cogió en brazos. Me levantó de la cama, y me acercó a la ventana. Era una casita, asi que fuera teníamos lo que quedaba del jardín. Saltar no sería complicado. Jus se acercó al escritorio y cogio las dos mochilas, vaciándolas, y cogiendo ropa de mi armario. En cuanto acabó, me besó, y me dijo:

 -Te quiero. Por si algo sale mal, ya sabes. -e hizo un movimiento de cabeza indicandome la puerta. 

Y con todas mis fuerzas, desee que esto saliera bien. Abrí la ventana, le dije a Justin que saltara, y justo cuando lo iba a hacer yo, entró mi madre. No esperé ni un segundo más. Estaba harta de que se emborrachara y me pegara. Desde la muerte de mi padre no ha hecho otra cosa que insultarme. Supongo que ya no pinto nada en esta casa. Así que salté. Mi madre gritaba. Justin corría. Yo corría y lloraba. No paramos en ningun momento hasta que llegamos a casa de Justin, que estaba a unas tres manzanas de la mía.

Continuará.























No hay comentarios:

Publicar un comentario