miércoles, 24 de julio de 2013

Capítulo 8.

 Cuando llegamos a su casa me quedé en blanco. ¿Qué había pasado? ¿Por qué había decidido justo hoy el irme de casa? ¿Por qué con Justin?

 -¿Estás bien? -me dijo Justin.
 -Sí...no.

Entonces me pasó lo de siempre, el mismo nudo en la garganta, otro problema más para la lista. Mis ganas de llorar aumentaban con cada "ya no estás en casa, Sara, puedes ser feliz." que susurraba en mi cabeza. Al fin y al cabo, es mi madre, ¿no? La quiero. Quizás no tendría que haberme ido. ¿Seré capaz de volver algún día?

 -Pequeña, ya estás a salvo.

 Justin no tenía ni idea de lo que era estar a salvo. Sara, ¿Qué dices? Justin es el bueno. Es el superhéroe. No confundas personajes.

 -Te necesito. -susurré.
 -Estoy aquí, cielo, ahora y siempre.
 -Siempre es demasiado tiempo, ¿no crees?
 -El tiempo es relativo. Contigo me parece demasiado poco. -sonrió.

 Una pequeña sonrisa se escapó de mi interior. Tocaba ser feliz. Ya era hora.

 -Te haré feliz. -dijo Justin mirándome a los ojos.- no lo dudes.
 -No lo he dudado nunca.
 -Va, vamos dentro, es tarde.

Era la hora de comer cuando Justin sacó las llaves de su bolsillo derecho del pantalón para abrir la puerta de su casa. Puso una mano en mi espalda y me invitó a entrar. Nunca había visto su casa. Era neutra por fuera, ni alegre ni triste. Y por dentro estaba llena de positividad. Las paredes estaban pintadas de un azul cielo, mi color preferido. Había cuadros con fotos de toda la familia por todas partes. Ojalá pudiera tener a gente que me quisiera tanto. Entramos en el comedor, habia una foto de el pequeño Justin con su madre y otra con sus abuelos. Él era feliz. Se le notaba en los ojos. Le brillaban cada vez que sonreía, tenía ese brillo que yo nunca había sido capaz de tener.

 -¿Te apetece comer algo? -me dijo desde la cocina.
 -¿Cocinas? -reí.
 -Eso creo.

Nos empezamos a reír a carcajadas y me acerqué a él para abrazarle. Junté mi boca con las suya y sonreí sobre sus labios.

 -Me arriesgaré. -dije empujándole hacia la cocina.

Entramos en ella y me quedé mirando como sacaba la olla y los macarrones y se ponía a cocinar. Esperé hasta que ya tenía el agua hirviendo y decidí decirle lo que llevaba rato pensando.

 -Quiero ver tu habitación. -dije convencida.
 -Sube. -sonrío mirando los macarrones.
 -¿Yo sola?
 -¿Quieres que te acompañe?
 -No es eso... Es que no sé, es tu habitación. -dije con la voz temblorosa.
 -Nuestra habitación. Tira, anda.
 -¿Cuál es?
 -Lo sabrás. -sonrió.

Se acercó a mí, me besó, y al separarse, dijo:

 -Por si te pierdes.

Le pegué un puñetazo suave en el hombro derecho y me reí. "Idiota", dije antes de salir de la cocina. Miré hacia las escaleras y sentí un escalofrío. Iba a ver la habitación de Justin. Siempre he pensado que tu dormitorio es la parte más privada que vas a tener. Es tu desorden, tu caos. Subí las escaleras y vi que la primera puerta que había era de varios colores. Tenía una gran "J" en el medio y pegatinas de varios skaters famosos. Varios modelos de bicicletas, y logotipos de Vans, Converse y Supras. Sonreí como una niña pequeña a la que le regalan su primera Barbie. Entré y me quedé boquiabierta. Una cama de matrimonio con sábanas de los Cars ocupaba la mayor parte de la habitación. Un par de estanterías llenas de cd's, libros y películas llamaron mi atención. Me acerqué y sonreí como una idiota. Mi novio era un infantil. Vi que en la parte de los discos, tenía a Passenger, a Fun, a Love of Lesbian... En los libros tenía la colección completa de Harry Potter, Narnia, Los juegos del hambre, la trilogía de Verónica Roth, "Divergente"... Y en la parte de películas, eran todas infantiles. Toy Story, Cars, entregas de Pokemon...
Noté una respiración a mi lado. Me sobresalté y me giré de inmediato. Justin había subido sin hacer ruido y se había puesto detrás mía.

 -¿Qué? -dijo sonriendo.
 -Nada... Tu habitación. -me reí.
 -Sigo siendo un niño pequeño -susurró en mi oído-, cada tarde me encierro aquí y me pongo las películas de Cars. Me se el guión entero y las veo igual, ¿sabes? Y me encanta. Y no sabes lo mucho que me gustaría que después de comer te tumbaras aquí conmigo y pusiéramos alguna de mis pelis preferidas.
 -Trato hecho. -sonreí.
 -¿Tú también tienes a esa niña pequeña que lucha por salir?
 -La mía no lucha, la mía siempre está fuera.
 -Por eso estamos juntos. Hemos nacido el uno para el otro.

Empezó a hacerme cosquillas e intenté zafarme de su agarre, me lancé a las escaleras y salí corriendo de allí arriba. Llegué a la cocina y sonreí al ver macarrones quemados en la basura. Justin bajó dos segundos más tarde y paró de golpe en la puerta de la cocina.

 -No deberías haber entrado aquí. -Sonrió.
 -Justin... ¿Y los macarrones?

Suspiró y se acercó al horno. Abrió la puertecita y dijo:

 -He cambiado de idea, me apetece una pizza.

Empezó a reírse y me perdí. Juro por mi vida que en ese instante perdí la cabeza en su sonrisa. Me entró un cosquilleo que empezó en el corazón y terminó en el estómago.

 -Se está quemando, Jus. -me reí.

La sacó corriendo del horno y bajó una bandeja de una estantería que estaba demasiado alta para mí. La colocó en ella, y susurró: "listo". Nos sentamos en la mesa que había al lado del sofá, y puso música. Creo que era la B.S.O. de Amélie. Sonreí. Comimos tranquilos y al terminar, le ayudé a recoger la mesa. Aproveché un momento en el que se despistó y subí corriendo a su habitación. Entré rápido y cogí una de las películas que más me habían gustado de pequeña. Peter Pan. Justin subió a los cinco minutos, y me sonrió al verme preparada para una sesión de cine a su lado.

JUSTIN:

Escuché cómo subía las escaleras a todo correr. Me hice el loco y fingí no haber escuchado nada. Subí cinco minutos más tarde para ver qué era lo que estaba haciendo, y me la encontré tirada en mi cama y con la tele puesta. Le sonreí. Estaba preciosa. Se había puesto una de mis camisetas de baloncesto y se había quitado los pantalones. Miré la tele y vi que ponía "Peter Pan". Una de las películas que más me había marcado de pequeño. Adoraba como Peter era capaz de arriesgar su vida por unos cuantos niños y Wendy. Su actitud de niño pequeño aunque adolescente. El significado que le daba a la frase "hacerse mayor". Me encantaba. Apagué la luz y me tumbé a su lado, le abracé y le dije: "buena elección". Sonrió y le dio al Play. A veces la escuchaba suspirar y yo sonreía como un imbécil. Estaba perdidamente enamorado de ella. Y eso en parte lo odiaba. Nunca había estado tan pillado por una chica, y todo esto era nuevo para mí. Sentía cosas que creía imposibles de sentir. Hasta que llegó esta enana que me cambió la vida. Otras veces la escuchaba sollozar con algunas imágenes y entonces la abrazaba fuerte y le susurraba "shhh, ya sabes que acaba bien" y ella sonreía otra vez. Y yo suspiraba y le daba un beso en la frente.

Terminó la película y nos quedamos los dos a oscuras. Le busqué los labios y suspiré al encontrarlos. Los tenía secos de no haber hablado en toda la película. Le besé despacio. Y al separarme intenté buscarla otra vez pero no estaba. Ya no estaba en la cama. Se había levantado y escuchaba cómo se reía.

 -Te vas a hacer daño, cariño. -le dije.
 -Soy un gato. Veo en la oscuridad. Sé dónde están tus labios.
 -Demuéstralo. Tres, dos, u... -y me besó.

Se separó de mí y empezó a reírse. Escuchaba como su risa iba desapareciendo poco a poco en la oscuridad y al final no se escuchaba nada. Sonreí embobado mirando a quién sabe dónde. Sí, estaba enamorado hasta las trancas de esta enana.

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Hooooooola, siento haber tardado tanto en subir el capítulo ocho, pero es que la verdad es que no he tenido mucho tiempo libre. Ahora me dedicaré en cuerpo y alma a escribir, ojalá cada día. Si no, cada semana o así. Espero que os haya gustado la continuación y que os gusten los siguientes capítulos. Besitos.


















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